La charla de los cinco minutos: ¿La charla de los cinco minutos?

Juan Albañil, no terminaba de digerir su emoliente con su pan con torreja, cuando su compañero le dijo: apúrate que llegaremos tarde a la charla de cinco minutos.  

Ambos corrieron a la obra, firmaron su asistencia y después de ponerse correctamente sus EPP, se dirigieron al auditorio, bueno, así se le llamaba al patio trasero de la obra, un gran terral donde solían jugar fútbol. Al llegar a la reunión, Juan reconoció, detrás de un bostezo, a un compañero, que vivía una hora más lejos de casa, ¿habrá tomado desayuno? se preguntó. Otro mostraba una cara muy blanca, como si la hubieran talqueado en carnaval, otro sobándose en forma circular la barriga. Con los años, Juan había adquirido la rara habilidad, de contar mentalmente a sus compañeros. Sabía quiénes habían faltado, con solo contarlos visualmente. Tienes buena memoria le decían, es que soy rencoroso contestaba. Siempre cuando llegaba a las capacitaciones tenía esa costumbre de contarlos, esa mañana  hizo lo mismo, cuando iba por el 87, un silencio se hizo paso, divisó al Ingeniero, avanzando rápidamente, en sus manos tenía un USB que también era un llavero, llevaba puesto sus blue jean de siempre, la impecable camisa evidenciaba, que recién la había sacado de su caja, pero lo que más le llamó la atención, fueron sus botas lustradas como si recién las hubiera comprado, es más, se podía ver el precio colgando del pasador.

En el ecran, que en realidad era una pared, apareció una imagen blanca que luego mostró en azul claro el logotipo de la empresa, apareció una foto con todos los trabajadores sonrientes y con las manos enseñando ambos pulgares hacia arriba, y encima un lema que decía: tenemos la trinorma. ¿Trinorma? Juan recordaba ese nombre, por su hermana mayor: Norma, nunca pregunto qué significaba, pensaba que era tres personas que se llamaban Norma, o algo así. Luego, aparecieron lentamente las letras una por una, para conformar la palabra de lo que parecía un idioma desconocido: O H S A S.

 

El Ingeniero, al que todos conocían como “el Inge 1” levantó su mano derecha y en voz alta les dijo: Buenos días. La sorpresa fue que nadie le respondió, hizo el ademán de ponerse la mano en la oreja como tratando de escuchar a los lejos. Buenos días, volvió a decir. Le echó la culpa al megáfono, solicito pilas nuevas y decidió no esperar la respuesta a su saludo.

“Hoy hablaremos de las OHSAS” sentenció.

 

¿Ochas? se preguntó Juan, y se empinó para ver la pantalla, esas letras le hicieron recordar, la última visita al oculista, se tapó un ojo y después el otro, solo veía borrosamente esa extraña palabra, que se perdía en los bordes. ¿Ohsas u ochas? ¿Qué es eso? dijo en silencio.

 

Al fondo, muy al fondo, “el Inge” estaba de espaldas leyendo la presentación, algunos pensaban que debía tener vergüenza, por que no mostraba el rostro, o de repente, quería mostrar la marca de su jean, otros pensaban que estaba rezando. Juan Albañil se sentía tan aburrido como pintar con una brocha, el fierro de una columna de diez metros.

 

Habían pasado como veinte minutos o quizás más, Juan observó a dos compañeros dormidos, otros comiendo galleta de soda sin el menor reparo, los que estaban en la última fila, se divertían conversando en voz baja, sentados en el suelo.   No van veinte, sino treinta minutos se dijo al reparar, que eran las 8 y 35 en el reloj del “Inge 2” o ingeniero residente.

 

¿Cómo? ¿no eran cinco minutos?, pensó, lanzando un largo bostezo que cortó cuando el Inge 1 comenzó a preguntar: ¿Por qué es importante las Ohsas? ¿por qué es bueno para la empresa? ¿Qué debemos hacer? y más preguntas que se perdían en el silencio cómplice de los asistentes. Ninguno respondió, después de media hora se habían quedado estáticos, hipnotizados por la voz del “Inge 1”. A decir verdad, nadie contestó porque nadie entendió, solo algunos, los que estaban adelante, resistieron al sueño auto pellizcándose, abriendo los ojos hasta que sus cejas estiraban sus párpados, esa mañana este grupo de trabajadores pagaron su cuota de sacrificio.

 

Pueden irse a trabajar!!! dijo el Inge 1, como quien anima a jugar el segundo tiempo, de un partido de fútbol.

 

Los aplausos esta vez, fueron efusivos, rápidos, muy fuertes, no por agradecimiento sino para despertar a los dormidos. 

 

Camino al área de trabajo, Juan de lo único que se acordaba era del pan con torreja que dejó a la mitad. Se preguntó más de una vez ¿Por qué le dirán charla de cinco minutos, si dura más?

 

Posiblemente, usted se habrá hecho la misma pregunta más de una vez, Juan albañil puede ser un conocido suyo, uno de sus trabajadores o quizá usted mismo.

 

Por definición las charlas de cinco minutos contienen un mensaje motivador e informativo y se llaman así por el tiempo que debe durar, cuando pasa ese tiempo, las charlas pierden su objetivo y se transforman en un discurso del que está adelante, generalmente del prevencionista, del encargado de capacitación o de un Ingeniero o Inge.

 

Si nos preguntáramos por qué las charlas de cinco minutos no tienen el impacto motivador que debería tener, nos llevaría a múltiples hipótesis.

 

En este artículo nos centraremos en el expositor, dejando para un posterior análisis, el tema, la metodología y el apoyo de la multimedia.

 

Primer punto: el expositor debe conocer el perfil de su auditorio. Muchas veces creemos que el oyente está preparado o tiene algún conocimiento del tema, sin embargo la realidad nos muestra todo lo contrario. El participante, no tiene el nivel académico del expositor, no entiende palabras en inglés técnico, el participante sale confundido de la charla y siente que le han hecho perder tiempo. Si a esto le sumamos, el tipo de lenguaje que utiliza el expositor, que generalmente es un ingeniero, podemos inferir, que su lenguaje técnico, no se adapta al léxico de los participantes. En un grupo de obreros, por ejemplo,  es más entendible la expresión “estoy aguja” , que hablar sobre los niveles de pobreza de la población. Y esto no le resta importancia al tema de exposición.

 

Segundo punto: Conocimiento del tema que se va a exponer, conocer el tema no es solo exponer un marco teórico o histórico, sino también, tener un banco de ejemplos, que puede sintonizar con la idiosincracia del auditorio, y si puede contar experiencias muy personales de este tema, se tendrá mayor impacto. Otro aspecto muy importante, es saber si el tema que va a exponer es significativo para el auditorio, no hay duda que es importante para la organización, pero los participantes pueden tener otras inquietudes u otras prioridades por escuchar, por eso es sumamente estratégico, que la charla tenga un alto contenido motivacional. Todos sabemos que es importante obtener una certificación, en nuestra formación universitaria ya sabemos la historia y origen de las mismas, pero no nos ponemos en el lugar del oyente. Probablemente, si Juan Albañil y sus compañeros hubieran escuchado la importancia de las OHSAS, habrían puesto mayor atención en cómo aplicarlo en su trabajo diario. 

 

Tercer punto: La preparación del tema, este quizás es uno de los puntos más importantes, porque muchas veces se ha visto que cuando se prepara el tema, se piensa en el power point, y acto seguido, se copia y pega presentaciones del tema que circulan en internet. Estoy convencido, que la preparación de una exposición, es la fase más importante de la exposición, porque debe diseñarse en base al perfil de la audiencia, que van desde las palabras a utilizar, mientras más simples mejor, hasta las imágenes que deben presentarse. Juntos, palabras e imágenes, deben tener una sintonía con el auditorio

 

Cuarto punto: Así como existe un generación de Milennials, paralelamente en el mundo de la exposición existe la generación power point dependientes, de tal manera que no conciben una charla , si no existe el power point. Entonces descansan todo su discurso en la lectura e imágenes de su presentación. Se olvida de algo tan básico, como prepararse para exponer. De practicar lámina por lámina, cuánto tiempo se demora en cada una. Mi experiencia en este tema, me lleva a la conclusión que el power point no es un buen amigo de los cinco minutos, porque está desplazando al protagonista que es el expositor. tan power point dependiente que, en la última lámina, pone la palabra: gracias. 

 

Quinto punto: Un expositor que conoce a su auditorio, que conoce el tema, que se prepara, y que no dependa del power point, puede en un corto plazo desarrollar la habilidad de comunicar mensajes y por lo tanto inspira confianza, que es básico para un cambio positivo de actitudes hacia la prevención y seguridad.

 

Este tema es el primero que he querido presentarles este año, próximamente profundizaremos sobre este mismo tema, al presentarle una investigación realizada en Lima, sobre la charla de los cinco minutos.

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Comentarios: 2
  • #1

    Juan Pablo Bueno Pampas (miércoles, 16 enero 2019 10:10)

    Excelente comunicación e ilustración, muchas veces nos centramos en lo que queremos hacer o desarrollar, sin evaluar el bosque - perdiendo el publico objetivos.

    De esta manera no estamos llegando y aterrizando el objetivo a todo el personal, por las distintas nivel de educación, diferentes culturas, etc.

  • #2

    Kalulito (miércoles, 16 enero 2019 10:17)

    Un tema de vital importancia, si queremos cambiar la actitud de los trabajadores debemos enfocarnos en motivar su atención y participación con temas que realmente van a alimentar su necesidad de aprendizaje, de lo contrario solo asistirán a la reunión diaria por obligación no porque en realidad le interesa aprender algo.
    Como comentario adicional se debe tener en cuenta hablar diariamente de lo mismo no es bueno porque que no motivas su interés para aprender, las charlas deben ser motivadoras en todo sentido de la palabra.